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domingo, 2 de enero de 2011

Zarautz recupera su memoria minera, Gipuzcoa


PATRIMONIO INDUSTRIAL

Zarautz recupera su memoria minera

La reconstrucción del cargadero de Mollarri ofrece una excursión con vistas espectaculares. Recibía el mineral de hierro que se extraía en Asteasu para trasladarlo en barcos

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Zarautz vivió a comienzos del siglo XX una pujante actividad como cargadero de las minas de hierro de Asteasu (Andazarrate, en las faldas del Ernio). La villa que conocemos ahora, cuyo sello de identidad es el turismo, el surf o el txakolí, tuvo unos precedentes fabriles que con el paso del tiempo han quedado olvidados.
Este lapsus de memoria se ha recuperado tras la rehabilitación del almacén minero de Mollarri. La reconstrucción de las instalaciones, situadas sobre los acantilados y con unas maravillosas vistas hacia el mar abierto y Getaria, se convierten en lugar de visita obligada para paseantes y, especialmente, para todas aquellas personas interesadas en la arqueología industrial de Gipuzkoa.
Al paraje se llega por caminos perfectamente acondicionados. Estos parten desde diversos puntos, pero los dos principales recorridos nacen en el camping Zarautz (Talaimendi) y en el humedal de Iñurritza, en su zona más cercana a la desembocadura de la regata (al final de la duna que discurre paralela al golf y a la playa).
11 kilómetros
La construcción de la terminal data de 1906. El cargadero se encontraba en tierra firme, al ras del acantilado. El mineral se bajaba mediante cables hasta una grúa situada en unos pequeños islotes. Los barcos atracaban junto a estas rocas para cargar el mineral.
La mina se encontraba en Asteasu y se dedicaba a la extracción de hierro. El mineral se transportaba hasta Mollarri por medio de vagonetas que circulaban a través de un cableado aéreo soportado por torretas metálicas.
El tendido, construido por Gillermo Vahl, quien anteriormente había montado un tranvía aéreo en América, se sustentaba sobre 112 caballetes metálicos. La familia Vahl se asentó en Zarautz y sus descendientes residen en la localidad.
Las historiadoras Beatriz Herreras y Josune Zaldúa, miembros de la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial, señalan que el cableado entre Asteasu y Zarautz es similar al que se levantó entre Katabera y Udana (Legazpi). «Tenía un recorrido de once kilómetros y comprendía dos secciones: una de 10.700 metros y un desnivel de 370, con tres estaciones intermedias y una capacidad de transporte de veinte toneladas por hora, y otra de 300 metros de longitud, con capacidad de 150 toneladas por hora», explican las historiadoras.
La empresa explotadora fue la Société Anonyme del Mines Mëtalliques de Tolosa y posteriormente la Compañía Minera de Alava y Gipuzkoa.
La instalación dejó de funcionar en 1923. Una corta vida para una obra de ingeniería de gran calado ya que, a las 112 torretas del tranvía aéreo, hay que añadir la enorme grúa, un auténtico mecano gigante, sobre los peñascos de la cala.
Aunque la instalación tenía una capacidad diaria de carga de hasta 1.000 toneladas, rara vez se aprovechaba al máximo su cabida. Los buques tendían a encallarse si rebasaban las dos ó tres toneladas . Debido a la fuerza del mar, en ocasiones tenían problemas para poder cargar el mineral en Mollari y se resguardaban en el puerto de Getaria. Llegó incluso a plantearse un proyecto para desviar el tranvía aéreo hasta Getaria, aunque nunca llego a materializarse. Todo esto influyó en que las infraestructuras dependientes del coto minero de Asteasu nunca fueran a rentabilizarse, lo que explica su corta vida productiva. Y es que la cada vez mayor competencia industrial, el no saber responder a las necesidades de carga y la ubicación del cargadero, en mar abierto y sujeto a las adversidades climatológicas, llevaron a su cierre.
En la década de los cuarenta se desmontaron las torretas metálicas para reutilizarlas en otro lugar, probablemente en Cementos Arrona.
El cargadero se fue deteriorando con el paso de los años, quedando en un estado ruinoso durante décadas. Los accesos desaparecieron, limitándose a un escueto sendero de tierra entre helechos.
La reconstrucción de las dependencias ha dado vida a una zona privilegiada, permitiendo hacerse una idea precisa de la actividad allí desarrollada. Los edificios han sido perfectamente rehabilitados. El paso sobre las tolvas de almacenamiento se realiza mediante una pasarela de acero y madera.
Un sendero cementado conduce hasta el borde del acantilado, ofreciendo una vista privilegiada sobre las rocas que se adentran en el mar. El lugar favorece que la imaginación viaje en el tiempo y rememore a los barcos anclados junto a las afilados islotes, mientras una gran grúa asentada sobre ellas deposita el hierro en las sentinas.
Visitas guiadas
La rehabilitación ha concluido, pero todavía quedan trabajos pendientes. Entre ellos dotar de contenido al pequeño centro de interpretación habilitado junto al cargadero. También faltan por instalar los carteles que, situados en lugares estratégicos, informarán sobre el complejo fabril.
El alcalde de Zarautz, Jon Urien, se muestra satisfecho tras la recuperación de Mollarri. Confía en que en las próximas semanas se remate el proyecto.
La construcción ha sido ejecutada y financiada por el Ministerio de Medio Ambiente, con un presupuesto de 1.500.000 euros. La semana pasada se firmó un acuerdo que trasvasa la gestión al Ayuntamiento.
Urien señala que se potenciarán las visitas a Mollarri mediante excursiones guiadas. «Esperamos iniciarlas en Semana Santa o a más tardar en verano. El Centro de Interpretación sólo se abrirá cuando se organicen estas visitas. No tiene sentido que esté permanente en servicio, dado el coste que supondría». El alcalde señala que el acondicionamiento de Mollarri permitirá alargar el paseo en el litoral zarauztarra. «El paseo hacia Getaria es muy utilizado. Ahora, hacia el otro extremo se puede llegar hasta Mollarri y completarlo con el humedal de Iñurritza».