Hace 16 años que la plataforma Gaviota dejó de extraer hidrocarburos del subsuelo de la costa bermeana. El filón se agotó tras casi una década de explotación y la captura de una fortuna de 7.500 BCM (millones de metros cúbicos) de gas y algo más de medio millón de toneladas de petróleo. Pese a que el tiempo ha pasado, los especialistas están convencidos de que en la misma zona, a unos cuatro kilómetros de profundidad, existen todavía hoy valiosas reservas estratégicas de combustibles fósiles. Tanto es así, que Repsol realizará el año que viene una nueva campaña para buscar gas a unos 20 kilómetros del litoral de Urdaibai.
La multinacional petrolera se encuentra a punto de conseguir el visto bueno definitivo de las autoridades para proceder a la realización de dos sondeos de importante calado. El último trámite consiste en la exposición pública de los proyectos de ambas actuaciones para dar la oportunidad de presentar alegaciones a aquellos grupos o personas que se puedan sentir perjudicadas por la campaña exploratoria. El plazo para oponerse al plan expirará pasado mañana. Los interesados deberán entregar sus escritos en la Subdelegación del Gobierno en Bilbao.
Si la compañía obtiene luz verde de forma definitiva, 2011 será el año de la fiebre del gas en Vizcaya. A las dos perforaciones impulsadas por Repsol se unirá el plan para duplicar la capacidad del almacén subterráneo de la Gaviota. La primera iniciativa, que se desarrollará casi con seguridad en verano -las condiciones del mar son entonces más favorables-, parte con un presupuesto superior a los 30 millones de euros. La segunda, más compleja y con la vista puesta a largo plazo, supondrá una inversión de 900 millones.
La intención de Repsol es traer hasta la costa de Busturialdea una colosal plataforma con la que horadar el lecho marino, según se desprende de la documentación oficial a la que ha tenido acceso este diario. La gigantesca estructura flotante permanecerá un mínimo de 36 días en cada uno de los dos lugares donde se prevé introducir las tuberías. Durante el periodo de operación se prohibirá fanear y navegar en un radio de un kilómetro alrededor del punto de ataque del fondo del mar.
Los dos pozos que se pretenden excavar reciben el nombre de Fulmar-1 y Pelícano. El primero se ubica 16 kilómetros al norte de la costa de Elantxobe, a unos 10.000 metros de distancia de la plataforma Gaviota. El segundo se adentra 22 kilómetros en el mar, sobre la vertical de la ría de Urdaibai. Ambos sondeos se llevarán a cabo dentro de los límites de una vasta extensión de superficie marina (31.000 hectáreas) que el Ministerio de Industria adjudicó a finales de 2008 para realizar exploraciones petrolíferas. El permiso fue concedido a Repsol, que cuenta con el 69% de los derechos, y a la Sociedad de Hidrocarburos de Euskadi (Shesa), entidad pública perteneciente al Ente Vasco de la Energía, que dispone del 31% de la concesión.
Formaciones del cretácico
Las perforaciones tratarán de determinar la cantidad de gas que puede haber en el subsuelo. Los estudios previos especulan con que el volumen de los hidrocarburos atrapados en las formaciones geólogicas del cretácico de la zona oscilaría entre dos escenarios posibles. El más pesimista plantea que las supuestas reservas rondarían el 5% de la cantidad total que se extrajo en la Gaviota. Las más optimistas cifran los metros cúbicos de gas que pueden existir en el área en unos 6.000 millones -el 70% de lo que se consiguió entre los años 1986 y 1994-. Los resultados que depare el pozo Fulmar-1 determinarán si se sigue adelante con Pelícano, según consta en la memoria del proyecto. Es decir, que si la primera actuación resulta un completo fracaso, la campaña exploratoria terminaría mucho antes de lo previsto.
Los trabajos que Repsol pretende llevar a cabo en la costa vizcaína el año próximo entrañan una notable complejidad técnica. Se prevé que las tuberías penetren hasta cuatro kilómetros en la corteza terrestre, salvando también una lámina de agua que fluctúa entre los 150 y los 385 metros. Para tender estos conductos se empleará una gigantesca plataforma.
La estructura practicará un orificio que en su inicio alcanzará las 36 pulgadas y en su tramo final será de ocho pulgadas y media. Las dimensiones de la plataforma móvil impresionan: 118 metros de largo por 71 de ancho. Su poderosa torreta se elevará 52 metros. Su peso ronda las 15.000 toneladas. Ocho contrapesos de 15 toneladas cada uno se encargarán de anclarla al fondo. El ingenio perforador cuenta con 125 camas para sus operarios y un helipuerto octogonal de unos 625 metros cuadrados.
Trasiego de helicópteros
Junto a la plataforma trabajarán dos buques de apoyo, de unos 80 metros de eslora cada uno. En tierra se habilitará un almacén para poder desplazar herramientas y materiales al lugar donde se desarrollarán las labores. Asimismo, está previsto que un helicóptero realice varios vuelos diarios entre el aeropuerto de Loiu y la plataforma para aprovisionar al personal que trabajará sin descanso en los sondeos Fulmar y Pelícano.
Si las cosas funcionan correctamente, la campaña durará un máximo de tres meses y medio. Al tiempo para perforar el lecho marino -aproximadamente 36 días por punto de ataque- se unirá un periodo de entre 15 y 20 días por sondeo para realizar diferentes pruebas de producción. Según consta en la documentación a la que ha tenido acceso EL CORREO, se procederá a cementar las bocas de los pozos para reforzar su seguridad y facilitar una futura explotación comercial.