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miércoles, 5 de mayo de 2010

Descubren 1.500 metros de cueva virgen en El Soplao

Descubren 1.500 metros de cueva virgen en El Soplao

October 2, 2009 by Revista Opción  

Descubren1500Los trabajos llevados a cabo en el último año para elaborar la topografía tridimensional de la cueva de El Soplao (Cantabria) han dado como resultado el descubrimiento de 1.500 metros de cavidad virgen en los que hasta ahora no había puesto el pie ningún ser humano.
Dentro de estos trabajos se han topografiado 7.500 metros nuevos de cueva, en los que se incluye el kilómetro y medio virgen y que se unen a los algo más de 12 kilómetros que ya estaban topografiados. Así, tras los trabajos de medición y representación gráfica de la cavidad, El Soplao pasa de contar con 12,5 kilómetros topografiados a casi 20 kilómetros (7,5 kilómetros nuevos).
El consejero de Cultura, Turismo y Deporte, Javier López Marcano; el investigador del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) Juan José Durán Valsero y el responsable de Zalama, Martín González, han presentado la nueva topografía, que es el fruto de un trabajo iniciado en julio de 2008 y finalizado en agosto de 2009.
En rueda de prensa, han explicado que para realizar la medición y representación gráfica de la cavidad se han llevado a cabo 150 entradas por diferentes bocas naturales y del entramado de minas, algunas de ellas descubiertas durante la investigación.
Además, se han ubicado 3.900 puntos topográficos de referencia en el interior de la cueva y 3.500 en las galerías mineras y se han instalado más de 200 anclajes para asegurar la accesibilidad al sistema, tanto para futuras investigaciones, como para labores de mantenimiento y seguridad.
Según ha señalado Durán Valsero, la representación tridimensional de la cueva-mina permite obtener una visión casi real de la arquitectura del sistema endokárstico y su relación con la superficie topográfica exterior. El experto ha destacado que se trata de una herramienta de trabajo para avanzar en las investigaciones que se vienen realizando en El Soplao y que "permite augurar nuevas sorpresas en el futuro".
Nuevas Especies
Además, ha resaltado el descubrimiento de nuevas especies, entre ellas una de "troglobia" (organismo adaptado a la vida en las condiciones extremas del interior de las cuevas), que se encuentra actualmente bajo estudio y que, según González, podría ser endémica de la cueva.
Durán Valsero ha señalado también el "impulso enorme" que estos nuevos descubrimientos supondrán para Cantabria en la vertiente patrimonial, ya que, entre las nuevas galerías localizadas, algunas de ellas cuentan con concentraciones kársticas similares a las que ya se conocían en El Soplao.
En el transcurso de los trabajos se han topografiado además 12 kilómetros de galerías mineras, de los que no se tenían datos ni planos y en los que se han descubierto importantes restos que, según este investigador, podrían pasar a formar parte de un futuro museo sobre esta actividad. Con estos 12 kilómetros y a falta de topografiar los niveles seis y siete del complejo minero, la longitud de las galerías de la mina se acerca a los 30 kilómetros.


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433 páginas
31 x 24 cm.
 

El estudio del espacio minero de la Bahía de Santander, que coincide básicamente con la tesis doctoral del autor, se estructura en tres grandes bloques.

El primero corresponde a la aproximación histórico-económica de la minería del hierro durante el periodo estudiado, desde la denominada "fiebre minera" hasta el comienzo de la Guerra Civil. Se centra especialmente en la "edad de oro" de la minería santanderina, un periodo comprendido entre la pérdida de las colonias en 1898 y el comienzo de la guerra en Europa en 1914.

La descripción del proceso productivo (arranque, transporte y lavado del mineral, sedimentación de lodos y embarque), así como la identificación de los diferentes espacios productivos, conforman la segunda parte del libro. Se concede una especial atención al espacio de ribera de las rías de la Bahía de Santander, por cuanto era el escenario de las últimas fases de ese proceso.

El último bloque se centra en el espacio social o reproductivo. Las condiciones del trabajo en la mina, sus salarios, las condiciones de vida en los pueblos mineros y el desarrollo del socialismo como respuesta a la precariedad laboral y vital de los mineros constituyen los ejes fundamentales del análisis.

El libro se completa con un amplio anexo estadístico, documental y cartográfico.

En su momento la tesis fue reconocida con los premios de la Real Academia de Doctores para tesis sobre tema minero y del Consejo Social de la Universidad de Cantabria.

 

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Memoria de la minería desde Cantabria

 

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- Presentación
- Introducción
- Parte I: Los orígnes de la riqueza
- Parte II: La quimera del Zinc
- Parte III: La aventura de los molinos (1856-1888)
- Parte IV: Renacimiento (1888-1897)
- Parte V: Del cénit al ocaso (1898-1927)
- Epílogo
- Conclusiones
- Apéndices documentales
- Fuentes y bibliografía
 
 

Las gentes de la comarca de Liébana siempre han vivido estrechamente vinculados a los Picos de Europa, hoy recurso paisajístico y turístico, antaño fuente de riqueza y recurso económico. Con el paso de las décadas, es complicado volver la vista atrás e imaginarse cómo hubiera evolucionado la zona de no haberse aprovechado la riqueza mineral del macizo Oriental en la segunda mitad del siglo XIX y en las primeras décadas del XX. El trabajo de los historiadores consiste en documentar adecuadamente el pasado con el apoyo de las fuentes y en analizar, con rigor, las consecuencias de los acontecimientos. En esta labor se ha encontrado inmerso en los últimos siete años un joven historiador, José Antonio Gutiérrez Sebares (Santander, 1973), que ve ahora publicado por la Consejería de Medio Ambiente en colaboración con la Institución Mazarrasa -ha sido fundamental el empuje de Olav Mazarrasa- un documentado libro sobre la historia de la minería en Picos de Europa en general, y sobre sociedad minera La Esperanza o Minas Mazarrasa entre 1856 y 1940 en particular.

- ¿Cómo surge este proyecto?

- En 1990, durante la realización de un libro sobre los maestros canteros de Trasmiera en el siglo XVIII, Olav Mazarrasa, junto al profesor de la Universidad Miguel Ángel Aramburu encontraron en una casa familiar de los Mazarrasa en Villaverde de Pontones un arcón atestado de documentación que fue depositada en la propia UC para ordenarla, catalogarla y estudiarla. Allí había mucha información sobre las minas de Ándara, que pertenecieron a un antepasado de los Mazarrasa.

- ¿Y cómo se vincula usted a la investigación?

- En el año 2000, la Institución Mazarrasa concedió una beca para estudiar las minas a partir de aquella documentación y, bajo la dirección del profesor Andrés Hoyo, completé esta investigación que se ha prolongado en el tiempo ya que se ha pretendido ser muy exhaustivo.

- ¿Cómo ha enfocado el trabajo?

- El libro es básicamente una historia económica y de la empresa Sociedad Minera La Esperanza, que fue fundada en 1864 y que quebró en 1877 bajo la propiedad de la familia Pérez del Molino González. Posteriormente, la empresa tuvo su continuidad bajo la propiedad de Juan Manuel de Mazarrasa Jorganes.

- ¿Dónde está el origen de la minería en Picos de Europa?

- Al menos desde el siglo XVI existe una continuidad histórica de la explotación del plomo en la zona de Picos de Europa. Desde la época de Carlos V hay registros de minas y de sus propietarios, entre los que se encuentra documentado el arquitecto Juan de Herrera. Era, no obstante, una minería muy superficial, pero, en realidad es más que probable que los orígenes de la minería en la comarca haya que situarlos al final de la Prehistoria o en la Protohistoria, por los testimonios existentes que permiten afirmar que ya conocían la metalurgia.

- Pero, ¿cuándo se relanzan las explotaciones?

- Pero lo que resulta fundamental para esta zona es la riqueza del zinc. A mediados del siglo XIX fue un momento de inflexión. Se buscaba plomo pero descubrieron criaderos excepcionales de zinc. Las primeras inversiones fueron una sociedad francesa y a partir de ahí, como si de una mancha de aceite se tratase, asistimos a una fiebre minera del zinc tanto en Picos como en otras zonas como Reocín.

Al hilo de este boom se crean nuevas sociedades y entre ellas destaca como la más importante la Sociedad de Minas La Providencia (1856), con capital cántabro, asturiano y madrileño. Registra una gran cantidad de zonas mineras en diferentes municipios lebaniegos y pone en marcha un plan financiero para dotarse de las infraestructuras necesarias para sacar el mineral hasta Tina Mayor. Hay que tener en cuenta que no existía carretera alguna ni el desfiladero de La Hermida.

- ¿Y en estas condiciones resultaban rentables las explotaciones?

- A pesar de todo, era rentable. Las inversiones mineras además fueron un estímulo fundamental para crear nuevas infraestructuras viarias. Así, por ejemplo, los dueños de La Providencia estaban muy vinculados al Partido Moderado durante el reinado de Isabel II y consiguieron que fuese adjudicada la contrata de la obra del desfiladero al conde de Mendoza Cortina, uno de los accionistas.

- ¿Cómo influyó esto en la carretera de La Hermida?

- La carretera se construyó al ritmo de las necesidades de la empresa minera. Primero se concluyó el tramo de La Hermida al puente de Estragüeña, ya que en esa zona el río Deva no es navegable. A partir de ahí, el mineral se llevaba a la costa en lanchones de fondo plano que tenían como punto de destino Tina Mayor.

- ¿Qué papel tuvo en estos primeros momentos La Esperanza?

- Tras su quiebra en 1877, hubo un concurso de acreedores y sus explotaciones se paralizaron. Fue Juan Manuel de Mazarrasa Jorganes, un abogado de Trasmiera que defendía los intereses del principal acreedor, procedente de una familia de canteros, militares y juristas quien adquirió la sociedad en subasta en 1888. La Esperanza, junto a La Providencia fueron las más importantes frente a otras iniciativas menores, más modestas e incluso alguna de ingleses.

- ¿Cuando se retoman los trabajos?

- Ese mismo año de 1888 se retomaron los trabajos. La Esperanza abrió el camino de Urdón a Tresviso y luego a Ándara. Llegó la época dorada de la minería en Picos. Mazarrasa hizo tabla rasa con el pasado, liquidó deudas y llevó a la empresa a la senda del beneficio.

- ¿Qué factores determinaron el éxito empresarial del proyecto de Mazarrasa?

- Mazarrasa cubrió una serie de necesidades básicas: financieras, ya que él mismo tenía capacidad; de recursos humanos formados, sus hijos estudian minas y encarga la dirección a Benigno Arce, toda una garantía; y estratégicas, cesan las malas relaciones con La Providencia, hasta el punto que comparten el camino minero y los hornos de calcinación.

- ¿Hasta cuándo se mantuvieron abiertas las minas?

- La explotación se prolonga hasta 1927, siendo hasta entonces una empresa rentable a pesar de las condiciones de la minería de alta montaña. Una de las claves del éxito fue el hecho de que los trabajos solo durasen seis meses al año. A diferencia de lo que ocurrió en Asturias, aquí la minería no estuvo asociada a la industria y no desmanteló la sociedad rural.

- ¿Qué tipo de trabajadores se ocuparon en las minas?

- El obrero de las minas de Picos no se proletarizó ya que su trabajo era en cierto modo a tiempo parcial, fue una fuente de ingresos complementaria, pero siguió vinculado a la tierra sin dejar de ser un campesino. Esto permitió que los salarios fuesen más bajos que en otras zonas y que los trabajadores fueran más dóciles a la autoridad patronal.

- ¿Cómo era la vida cotidiana en las explotaciones para los obreros?

- Era realmente muy dura, no nos podemos hacer una idea con los parámetros actuales. Se trataba de una explotación intensiva, tanto a cielo abierto como en galería, con dos turnos de 12 horas y el famoso sistema de las camas calientes, ya que los trabajadores vivían durante los seis meses de la campaña a pie de tajo. Hasta 1883 no había ni un sitio para sentarse a comer. Los accidentes mortales a causa de las voladuras o por la peligrosidad de los soplaos eran habituales.

- ¿Cuánta gente llegó a trabajar allí?

- Aproximadamente llegaron a trabajar en la zona simultáneamente en los mejores momentos un millar de personas. La administración, donde se alojaban el director, los ingenieros y su personal de servicios, y los almacenes se establecieron en un casetón minero de piedra. Los mineros se ubicaban en otros casetones de forma alargada, para que las vigas aguantasen la nieve del invierno. También hubo una cantina e incluso una capilla.

- ¿Cómo era proceso productivo?

- La extracción de mineral se conducía por una galería de transporte que aún hoy se puede ver en la zona del refugio de la Federación de Montañismo, en Ándara. En una especie de plaza se acumulaba el material, que luego se cargaba en carros de bueyes y se llevaba hasta El Dobrillo, donde estaban los hornos de calcinación para desprender el carbono que contenía la calamina. De nuevo en carros se llevaba desde allí hasta Bustio, donde se embarcaba.

- ¿Hacia que mercados se dirigía el mineral extraído?

- Hasta 1888 los barcos de vela que, después de una complicada operación, cargaban el mineral en Tina Mayor partían hacia Amberes donde estaba la Sociedad de Minas y Fundiciones de la Vieja Montaña (belga) o hacia Swansea, en Gales. Desde 1888 fue la Real Compañía Asturiana de Minas el principal cliente. La navegación cambió por la de cabotaje, llevándose las calaminas a Asturias, a Arnao, cerca de Gijón, y las blendas a Dunquerke. En 1905 cesó el tráfico marítimo ya que le surgió la competencia del ferrocarril Santander-Oviedo.

- ¿Realmente fue un negocio rentable?

- La I Guerra Mundial fue el canto del cisne de la rentabilidad. Se disparó la cotización del zinc en Londres ya que se empleaba en componentes para la industrial de armamento. Entre 1915 y 1917 los ingresos estuvieron a un nivel como nunca, pero en este momento, paradójicamente, también estuvo la causa de su decadencia. El 'hambre' de zinc y las dificultades del transporte marítimo dispararon la explotación de yacimientos en otros continentes de América, África y Asia.

- ¿Qué razón provocó el cierre?

- Al término de la Guerra las cotizaciones del zinc se hundieron y ello arrastró a las sociedades establecidas en Picos de Europa. Además, sus estructuras se habían quedado obsoletas, y el problema del transporte no se había resuelto y la mano de obra también generaba problemáticas sociales. En definitiva, lo que hoy se llama 'globalización' llevó al cierre de La Esperanza en 1927 y a la disolución de la empresa en 1940. La Providencia corrió una suerte semejante. Hubo intentos posteriores de revitalizar las minas, pero no triunfaron.