Las Antiguas Minas
El wolfram de Vila de Cruces, Santa Comba y Lousame
El wolframio puso freno a la emigración gallega a América, en algunas comarcas del rural gallego.
Galicia estuvo muy presente en la II Guerra Mundial. Viajamos en el tiempo y en la historia para sumergirnos en la época de la fiebre del llamado oro negro. El Wolfram cobró gran importancia en la industria militar y alcanzó su época de máximo esplendor desde finales de la Guerra Civil hasta 1955, al abrigo de la II Guerra Mundial y de la Guerra de Corea.
Este mineral se usaba para revestir los diferentes armamentos y lograr una mayor dureza. Su elevada demanda por parte de alemanes e ingleses hizo que su precio alcanzase las 200 pesetas de entonces por kilo. En este período de entreguerras, las minas gallegas se convierten en centros de empleo para miles de gallegos, aventureros y buscadores del oro negro. uestra primera parada es en lasMinas de Fontao en el concello pontevedrés de Vila de Cruces. Éstas cerraron sus puertas en 1963 y dieron empleo a cientos de mineros. En sus cercanías se construyó un poblado para albergar a los trabajadores y a sus familias. Hoy lo encontramos totalmente reconstruido. La mina de Varilongo, situada entre las parroquias de Santa Sabiña, Esternande y San Salvador, en el concello coruñés de Santa Comba, fue otro de los grandes enclaves de mediados del siglo XX. En sus instalaciones encontramos reliquias como este horno que se usaba para secar el Wolfram.
Galicia vivía una época de crisis profunda, exilio y emigración, pero gracias al Wolfram muchos se hicieron con grandes cantidades de dinero y evitaron el éxodo. Para ganar más, algunos mineros robaban mineral a la compañía para venderlo en el mercado negro. Otros acudían a los montes gallegos con sus propios medios a extraer el wolfram para venderlo de contrabando. Esta práctica era conocida como "ir a roubeta".
Las tierras de Lousame , también esconden muchas galerías mineras. Así como leyendas e historias de gallegos que perdieron su vida en busca del oro negro. Estamos en la antigua escuela de las minas de San Finx, de este municipio coruñés. Hoy está rehabilitada y convertida en un museo. En este edificio el visitante puede conocer cómo era la vida en estas minas que tienen más de 2000 años de existencia, aunque en la edad de Bronce se extraía estaño.
Esto es lo que queda de algunas de las instalaciones de estas minas, que llegaron a albergar a 1000 trabajadores en la época dorada del Wolfram. Cuentan que el Casino de Noia fue testigo de las grandes cantidades de dinero que procedían de la venta del mineral para la guerra. El edificio, además, fue construido por un empresario de San Finx. Aquí es el río Rabiceiras, el que guarda los secretos de la fiebre del oro negro.
Este mineral se usaba para revestir los diferentes armamentos y lograr una mayor dureza. Su elevada demanda por parte de alemanes e ingleses hizo que su precio alcanzase las 200 pesetas de entonces por kilo. En este período de entreguerras, las minas gallegas se convierten en centros de empleo para miles de gallegos, aventureros y buscadores del oro negro. uestra primera parada es en lasMinas de Fontao en el concello pontevedrés de Vila de Cruces. Éstas cerraron sus puertas en 1963 y dieron empleo a cientos de mineros. En sus cercanías se construyó un poblado para albergar a los trabajadores y a sus familias. Hoy lo encontramos totalmente reconstruido. La mina de Varilongo, situada entre las parroquias de Santa Sabiña, Esternande y San Salvador, en el concello coruñés de Santa Comba, fue otro de los grandes enclaves de mediados del siglo XX. En sus instalaciones encontramos reliquias como este horno que se usaba para secar el Wolfram.
Galicia vivía una época de crisis profunda, exilio y emigración, pero gracias al Wolfram muchos se hicieron con grandes cantidades de dinero y evitaron el éxodo. Para ganar más, algunos mineros robaban mineral a la compañía para venderlo en el mercado negro. Otros acudían a los montes gallegos con sus propios medios a extraer el wolfram para venderlo de contrabando. Esta práctica era conocida como "ir a roubeta".
Las tierras de Lousame , también esconden muchas galerías mineras. Así como leyendas e historias de gallegos que perdieron su vida en busca del oro negro. Estamos en la antigua escuela de las minas de San Finx, de este municipio coruñés. Hoy está rehabilitada y convertida en un museo. En este edificio el visitante puede conocer cómo era la vida en estas minas que tienen más de 2000 años de existencia, aunque en la edad de Bronce se extraía estaño.
Esto es lo que queda de algunas de las instalaciones de estas minas, que llegaron a albergar a 1000 trabajadores en la época dorada del Wolfram. Cuentan que el Casino de Noia fue testigo de las grandes cantidades de dinero que procedían de la venta del mineral para la guerra. El edificio, además, fue construido por un empresario de San Finx. Aquí es el río Rabiceiras, el que guarda los secretos de la fiebre del oro negro.