En los océanos, que cubren las dos terceras partes de la superficie
terrestre, están, totalmente inalteradas, las mayores reservas
minerales de la Tierra, tanto en cantidad como en concentración. Ahora
el mar se perfila, de la mano de la investigación y de la tecnología,
en una nueva frontera para la minería, mucho más cercana aunque no más
conocida, que la Luna.
Una frontera de gran interés económico en la que la comunidad
internacional, a través de la ONU, ha abierto una vía original de
cooperación que declara patrimonio común de la humanidad los fondos
marinos sin soberanía adjudicada y regula las actividades en éstos. Un
cambio histórico para el derecho internacional.
En los fondos marinos hay depósitos de minerales que contienen casi el
60% de los 103 elementos químicos conocidos. En los últimos años la
demanda de algunos de estos recursos, como los metales más escasos
(cobre, oro, plata, platino, cobalto, níquel), ha aumentado
espectacularmente (hasta que llegó la recesión) mientras decrece el
número de explotaciones mineras terrestres. Las empresas empiezan a
mirar a los fondos marinos para cubrir la demanda futura, que prevén
que se dispare con el desarrollo de países asiáticos como China e
India. El mercado puede surgir en unos 15 años, si se mantiene un
esfuerzo continuado de investigación, prospección y exploración, y si
se regula adecuadamente.
La principal preocupación es el impacto ambiental y la principal
garantía en aguas internacionales es la regulación y supervisión a
través de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos (ISA),
organización autónoma pero relacionada con la ONU, creada hace 10 años
y con sede en Jamaica. La Zona, como se llama simplemente el área
sobre el que tiene autoridad la ISA, son los fondos oceánicos fuera de
las zonas de jurisdicción nacional -unos 260 millones de kilómetros
cuadrados, una superficie equivalente a casi el 50% de la terrestre y
también donde se dan las mayores profundidades medias-. La Zona está
totalmente inalterada, ya que ni siquiera han llegado allí las
plataformas petroleras.
A finales de abril, representantes de 160 países, entre ellos España,
decidirán si aprueban o no las normas para la exploración, que no
explotación, de los recursos minerales en los campos de chimeneas
hidrotermales en el fondo del mar, a profundidades de miles de metros
y en aguas internacionales. Han pasado ya 10 años desde que se
emitieron las primeras normas, para los campos de nódulos
polimetálicos, que exploran varios consorcios, todos ellos en el
Pacífico. La próxima asamblea de la ISA es, por tanto, un hito
histórico, ante el que hay gran expectación en el ambiente de la
minería marina experimental y en el de la conservación marina.
"Estamos progresando en la regulación de los distintos tipos de
yacimientos y nos preocupa especialmente la protección del
medioambiente", aseguró Nii Allotey Odunton, secretario general de la
ISA, cuando asistió en Madrid hace unos días al primer seminario que
esa entidad celebra en Europa, en colaboración con la Fundación Areces
y el Ministerio de Asuntos Exteriores español. Odunton anunció que la
asamblea de abril se celebrará bajo presidencia española, en este caso
del embajador en Jamaica, Jesús Silva, en su calidad de representante
permanente ante la ISA.
"Hasta ahora la falta de tecnología para trabajar a grandes
profundidades ha impedido la explotación de los recursos minerales en
aguas profundas", explica Silva, "pero muy pronto puede ser rentable y
ya hay países que están tomando posiciones, como China, India,
Alemania, Corea o Japón. España tiene que empezar a situarse". El
debate que se plantea ahora, según Silva, es cómo asegurar la
sostenibilidad y el mínimo impacto ambiental de las explotaciones
mineras, así como el reparto equitativo de los recursos en un área
definida como "patrimonio común de la humanidad" en la Convención de
Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar.
La organización conservacionista WWF es observadora en la Autoridad
Internacional de los Fondos Marinos. Pero José Luis García Varas,
encargado del tema en España, ve todavía muy lejana la minería marina
"sobre todo por el desconocimiento que existe sobre la riqueza
biológica de los fondos marinos para poder hacer una explotación
racional de los recursos sin destruirla". WWF es partidaria de otras
soluciones para la escasez de materiales, como la eficiencia y el
reciclado. En el mar aboga por el principio de precaución pero
reconoce que el código minero que articula la ISA es bienvenido,
aunque sería necesario establecer reservas integrales en áreas
especialmente ricas en vida en las que se prohibiera la minería. "Nos
importa mucho seguir el proceso y ver lo que ocurre, especialmente que
se tenga en cuenta el impacto ambiental no sólo en las zonas mineras
sino en las adyacentes", dice García Varas.
"Cualquier tipo de extracción que se realice en un medio tan sensible
como es el marino conlleva un importante factor de riesgo, por lo que
sus impactos deben ser analizados con detenimiento y con rigurosidad
superando en cualquier caso los oportunos estudios de impacto
ambiental", dice por su parte Xavier Pastor, de Oceana. La postura de
esta organización es totalmente contraria a las prospecciones
petroleras actuales y propugna el desarrollo de la energía eólica
marina, de mucho menor impacto ambiental.
Todavía no se sabe exactamente la delimitación de La Zona, porque está
siendo afectada por el proceso de ampliación de la plataforma
continental (de las 200 millas de la Zona Económica Exclusiva actual a
las 350 millas posibles), que están reclamando ante la ONU casi todos
los países con costas, incluida España. Esta ampliación da derecho
sobre los fondos pero no sobre los recursos pesqueros, ya que cuanto
más lejana de la costa es la zona considerada menos soberanía tiene el
país.
El coordinador científico de los trabajos para la ampliación de la
plataforma continental española, Luis Somoza (del Instituto Geológico
y Minero), señala que España tiene la oportunidad de situarse en la
minería marina sobre todo a través de la exportación de investigación
y tecnología, mediante consorcios con países en desarrollo. Por
ejemplo, en el golfo de Cádiz, en aguas territoriales españolas, se
han descubierto chimeneas y volcanes de gas cuya investigación permite
obtener conocimientos que se pueden aplicar en otros lugares.
"La ISA es una organización singular desde el punto de vista de la
legalidad internacional porque puede realizar contratos para dar
concesiones", explica su asesor legal Michael Lodge. Además de
disponer de los fondos que aportan los Estados miembros, cobra por las
concesiones de exploración minera a varios países: Japón, Corea,
China, India, Francia, Rusia, Alemania y un consorcio de naciones del
Este de Europa lideradas por Polonia. Todos ellos estudian los ricos y
amplios yacimientos de nódulos de ferromanganeso en una franja del
Pacífico nordeste (la región Clarion-Clipperton) a profundidades que
pueden superar los 5.000 metros.
El contrato que tienen con la organización les da derechos exclusivos
de explotación para el futuro, cuando se regule. Las concesiones se
pueden dar a países y a empresas públicas, así como a empresas
privadas siempre que estén avaladas por el país en el que tengan su
sede. Son por 15 años y existe el compromiso de regular la explotación
-el paso final- en un plazo de dos años a partir del fin del periodo
de concesión.
Los países no miembros de la ISA y sus empresas podrían teóricamente
hacer lo que quisieran en las aguas internacionales sin ajustarse a
reglas, pero no es tan sencillo. El máximo ejemplo es Estados Unidos,
que no es miembro de la ISA, aunque todo el mundo espera que lo sea en
breve. ¿Por qué? Pues porque tiene gran interés en ampliar su
plataforma continental, especialmente en las ricas aguas petroleras
del golfo de México, y la única forma de hacerlo es en el marco que ha
establecido la ONU y que pasa por la pertenencia a la ISA.
A corto plazo, todos los ojos están puestos en las actividades de la
empresa Nautilus Minerals en aguas territoriales de Papúa Nueva
Guinea. Serían los primeros en extraer, para fines comerciales,
minerales de las chimeneas de sulfuros metálicos cuya exploración en
aguas internacionales se va a regular próximamente. El depósito
Solwara 1 que quieren empezar a explotar a finales de este año consta
de al menos 870.000 toneladas métricas, explica el experto
estadounidense Charles Morgan. Los estudios previos indican las
siguientes concentraciones: cobre; oro, 4,8 gramos por tonelada;
plata, 23 gramos por tonelada y cinc 0,4%, según la empresa de
consultoría Golder Associates.
En estas chimeneas en las dorsales oceánicas se reproduce el proceso
de formación de corteza terrestre que dio lugar a los yacimientos
mineros terrestres actuales. Por ahora, las actividades mineras en el
mar serían a mar abierto, equivalentes a la minería a cielo abierto en
la superficie seca y distintas de las perforaciones petroleras, que
pinchan bolsas de hidrocarburos y gas situadas por debajo de la
superficie.
Sin embargo, las explotaciones en el mar de la industria petrolera, ya
maduras, han sido el motor principal de la tecnología necesaria para
la minería marina a gran profundidad. De hecho, en los últimos cuatro
años se han establecido plataformas petroleras en aguas de 2.500 y
2.600 metros de profundidad.
Por ahora, a pesar del optimismo reinante, son muy pocas las empresas
que se animan a intentar la minería marina. Algunos expertos explican
que la industria minera es muy conservadora y otros recuerdan que es
tanto lo que todavía no se sabe que la explotación está todavía lejos.
Yacimientos
A GRAN PROFUNDIDAD
- Campos de nódulos polimetálicos, con el aspecto de cantos rodados,
de forma esférica, con medidas y peso variables y una alta
concentración de una docena o más de metales diversos, entre ellos
níquel, cobalto, molibdeno, cobre, manganeso, hierro y aluminio,
además de las valiosas tierras raras.
- Chimeneas de sulfuros polimetálicos, asociadas a sistemas termales
en las dorsales oceánicas en los que hay extrañas formas de vida, como
los gusanos tubulares. Tienen, entre otros metales, oro, plata,
platino, cobre, níquel y cinc.
- Costras de ferromanganeso rico en cobalto en montanas submarinas.
También tienen cobre y níquel, entre otros metales. Difíciles de
extraer.
- Hidratos de metano (el gas natural en estado sólido por la baja
temperatura y alta presión).
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