'Escombros' que valen una fortuna
La grava –balasto– que sujeta las vías del AVE Ourense-Santiago cuesta 23 millones
Hay pequeñas cosas que no cuestan dinero y pequeñas cosas que cuestan millones. Lo que para muchos son simples cascotes, poco más que escombros, se llama balasto para los técnicos ferroviarios. Son las piedrecitas que se esparcen entre las vías, pero no son cualquier piedrecita. Deben tener una composición mineral específica y un tamaño adecuado para cumplir sus múltiples funciones: sujetan los rieles y las traviesas, contribuyen a distribuir la presión que ejercen los trenes sobre el terreno y facilitan el drenaje del agua.
Esas características hacen que el balasto, simples piedras, cueste una fortuna. Solo para cubrir con esas piedras la nueva línea de AVE en construcción entre Ourense y Santiago, visitada ayer por Blanco, será necesario un gasto ya confirmado de 23 millones de euros. Pero, además, el gasto no se produce solo cuando se construye una línea.
El mantenimiento, la reposición de esas piedras que se van perdiendo con el paso del tiempo, supondrá un coste en toda España de 155 millones de euros entre los años 2010 y 2012 en un contrato que acaba de licitar el Gobierno. En ese periodo, las líneas férreas gallegas se abastecerán de balasto gracias a dos canteras ubicadas en O Barco (Cuarcitas San Clodio) y Silleda (Minas de Bandeira), que facturarán 5,6 y 7 millones de euros respectivamente de los 155 millones totales. Son canteras, además, que deben cumplir con los requisitos ambientales que fija Adif, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias, a sus proveedores y que exigen la existencia de planes de restauración paisajística para cuando dejen de ser utilizadas.
Y es que el balasto es el principal elemento consumible que se emplea en el mantenimiento de las vías de tren, alcanzando el 93% de todo el material que se emplea en conservación. Así, en 2008 Adif empleó 1,7 millones de toneladas de balasto, que ocuparon un volumen total de 625.000 metros cúbicos, algo más que el año anterior. Esto es, el balasto que consumen las vías de tren de España en dos años rebosaría la capacidad del estadio Santiago Bernabeu, calculada en un millón de metros cúbicos.
Como comparación, frente a los 1,7 millones de toneladas de piedra, Adif solo empleó el año pasado 90.000 toneladas de traviesas de hormigón o 24.000 toneladas de carriles metálicos.
La piedra se lleva usando en las vías casi desde la invención del ferrocarril, y así seguirá, aunque en algunos puntos, como los túneles, se estén introduciendo en los últimos años –el Eje Atlántico gallego fue el primero de España– plataformas continuas de hormigón. En los subterráneos, donde no llueve y el balasto no tiene que cumplir esa función drenante, la plataforma continua resulta más fácil de mantener, más segura a la hora de acceder con otros vehículos de ruedas al interior de los túneles en caso de emergencia y menos ruidosa a altas velocidades.
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