Una dura actividad extractiva que cesó a finales del siglo XIX
En las Minas da Cabana se practicó la minería subterránea, de la que quedan como testimonio las bocas de tres galerías, actualmente selladas. Aunque apenas existe documentación sobre ellas, su principal periodo de explotación seguramente coincidió con el de los yacimientos de A Veneira y O Graíl, entre 1820 y 1875. Las ferrerías de Baldomir, Penacova y Loureiro eran las principales destinatarias del mineral extraído en esta zona.
Josefina Rivera recuerda haber oído contar alguna vez a su padre -fallcido hace diez años, ya casi centenario- que en tiempos se había llegado a construir unos hornos en A Pobra do Brollón para calcinar allí el mineral en vez de llevarlo a las ferrerías, que estaba muy alejadas de las explotaciones. Al parecer, los trabajadores de esta fundición se emborracharon un día y quedaron dormidos, dejando que se quemasen los hornos, que ya no se pudieron reparar. Así que el hierro de estas minas continuó siendo llevado a las ferrerías.
Últimas fundiciones
Una de las últimas siderurgias artesanales de la zona que dejó de funcionar fue la de Loureiro, que cerró en la última década del siglo XIX. En los últimos tiempos se dedicaba a calcinar solamente el mineral extraído de las minas de A Veneira y entorno. Cuando la ferrería dejó de funcionar cesó también la dura actividad extractiva, en la que habían trabajado durante mucho tiempo numerosos vecinos de la zona. «Cando pecharon as minas, sementouse pan por toda a aba do monte onde estaban as explotacións», recuerda Josefina a ese respecto.
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