Un recorrido por los monumentos que han sobrevivido al espléndido pasado industrial de Vizcaya
20.11.09 -
Iratxe López
25 aniversario
La Asociación Vasca de Patrimonio Industrial (AVPIOP), celebra 25 años de salvaguarda a elementos industriales que corrían peligro. Por este motivo han organizado un ciclo de conferencias, que arranca el próximo 25 de noviembre en Vitoria (19.00 horas), con una charla sobre los museos industriales en el Bibat. El día 30 se hablará de restauración y rehabilitación en San Sebastián, en la Escuela Superior de Arquitectura (18.00 horas). En Bilbao habrá dos charlas: ‘El legado de la industria. Una visión desde el arte y la literatura’ (1 de diciembre, 19.00 horas, Palacio Euskalduna) y ‘La industria en el País Vasco. Historia y paisaje’ (2 de diciembre, 19.00 horas, Ilgner de Barakaldo). El jueves 3 de diciembre se entregarán los premios a la recuperación del patrimonio industrial a las 19.00 horas en el Palacio Euskalduna.
Lagos en las bocaminas
La emergencia de la actividad minera vizcaína a finales del siglo XIX atrajo hasta la provincia a multitud de trabajadores llegados desde toda la península, que acudían al reclamo del jornal acompañados por sus familias. Así surgieron núcleos poblacionales como La Arboleda en el Valle de Trápaga, que adquirió entidad a partir de 1877. Su casco urbano es Conjunto Monumental desde 2003.
Instalados en precarios barracones junto al coto de extracción, los mineros pasaron con el tiempo a casas de madera y después a bifamiliares, aún presentes en la zona, construidas por la Compañía Orconera Iron Ore. Las mejoras eran fruto de una conciencia social alimentada con discursos lanzados desde el quiosco mitinero –ahora de música–, donde se gestaron numerosas huelgas.
El trabajo aumentaba y con él el poblado, cuyas calles se adaptaban a la ladera reticuladas en torno a una plaza central presidida por la Iglesia de la Magdalena (1896), donde rezaban los obreros. Al impulso y presencia de éstos se debió también la sede de la Asociación Obrera de León XIII (1906), la Casa del Pueblo, el Asilo y Casa Cuna de San Fernando (1889) –albergue municipal– o el Hospital Minero (1895) en ruinas, y para controlarlos instalaron la Casa Cuartel de la Guardia Civil (1912) –reconvertida en hogares–. Después llegó el Funicular de La Reineta (1926), que mejoró la comunicación entre valle y poblado.
Pero la mina no sólo marcó el urbanismo de la zona, además modeló su entorno. Los lagos que hoy disfrutan excursionistas fueron bocaminas inundadas. Las montañas, colinas de escombros que la naturaleza cubrió de verde. El paisaje de origen artificial pasó de ser decorado del objeto histórico a bien cultural en sí mismo. Poblado y entorno pueden visitarse siguiendo la ruta ‘La Arboleda y sus lagos’ disponible en la web www.trapagaran.net.
Altos Hornos Vizcaya
Dónde: Horno Alto número 1, Sestao (frente al número 51 de la calle Txabarri, encajonado entre el trazado ferroviario de Renfe y las instalaciones de la ACB). La Nave Ilgner está en Avenida Altos Hornos de Vizcaya 33, Barakaldo.
Cargaderos de mineral
Dónde: Los Cargaderos Bulevar, Barakaldo (acceso por el paseo que bordea la ría, entre la Dársena de Portugalete y el Puente de Rontegi.
Harino Panadera
Dónde:
Calle Ugalde 7, Bilbao.
Muelle de Hierro de Portugalete
Dónde: Muelle de Churruca, Portugalete (comienza al finalizar el Paseo del Muelle de Churruca, en el lugar donde se encuentran las piscinas municipales).
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Altos Hornos de Vizcaya
Si hubiese que elegir una imagen para resumir la industrialización en Vizcaya Altos Hornos aparecería en la foto. Empresa puntera de la siderurgia en Europa, el hierro supuso su razón de ser, por eso erigió hornos para fundirlo. Sólo uno queda en pie, el Horno Alto número 1 de Sestao (1959), Bien Cultural Calificado desde 1988.
Antes, durante los años veinte, la firma había apostado por utilizar trenes de laminación, lo que obligó a instalar una subestación eléctrica en la nave Ilgner de Barakaldo. Así nacía uno de los mejores ejemplos de monumentalidad industrial. Con fachada de inspiración clasicista y gran riqueza decorativa interior, tiene cuerpo de hormigón y ladrillo aligerado con amplias cristaleras. Su restauración –alberga el Cedemi– es considerada paradigma de rehabilitación al haber conservado edificio y maquinaria.
Cargaderos de mineral
Durante años los bueyes transportaron el mineral desde los cotos de la montaña hasta la ría, donde eran las mujeres quienes lo embarcaban. Para aliviar esta labor llegaron a finales del XIX los transportes mecánicos que conectaban tajo y cargaderos. Cada compañía disponía del suyo, localizado en la margen izquierda, entre Olabeaga y Portugalete. Llegaron a funcionar veinte a la vez, moviendo treinta mil toneladas diarias.
De aquellas estructuras quedan dos a la altura del Puente de Rontegi, el maltrecho cargadero de la Orconera Iron Ore (1877) y el de la Sociedad Franco Belga de Minas de Somorrostro (1866), restaurado por Bilbao Ría 2000. Dos dados de hormigón y una estructura arriostrada de madera y metal sobre la que se apoya la cinta transportadora forman el último, integrado en un paseo con paneles explicativos sobre su función.
Harino Panadera
El hierro era el pan de cada día en una ciudad como Bilbao, que subsistía gracias a él. Pero el pan elaborado con harina también conoció la gloria gracias a esta empresa –Monumento desde 2005– que dominó el panorama español a partir de 1902, convirtiéndose en verdugo para los tradicionales molinos hidráulicos. El edificio de hormigón donde desarrolló su actividad acoge desde febrero la sede del Área de Salud y Consumo del Ayuntamiento de Bilbao, pero lo más importante de la nave es su contenido, ya que ha conservado la totalidad de la maquinaria utilizada en diferentes épocas. Molinos y poleas conviven con ordenadores, ilustrando la organización vertical empleada antaño durante la producción, cuando la harina corría de piso en piso, a través de una red de tubos y toboganes, hasta convertirse en hogaza o delicioso pastel.
Harino Panadera marcó un hito tecnológico en la época y además imprimió carácter a un barrio, Iralabarri, en el que el fundador de la harinera, Juan José Irala, mandó construir sus características casas de estilo inglés con el fin de alojar a los trabajadores.
Muelle de hierro de Portugalete
La barra arenosa que se formaba en la ría a la altura de Portugalete suponía un freno para la navegación, ya que los barcos de mayor calado no lograban superarla. Para acabar con el problema crearon en 1887 un muelle de contención de casi 800 metros.
El reconocido ingeniero Evaristo Churruca ideó este reto técnico sin precedentes cuyo armazón de hierro se situó sobre pilotes de rosca apoyados en basamento de hormigón. La mayoría de los que hoy pasean sobre él ni siquiera sospechan que caminan encima de una audaz obra de ingeniería portuaria de referencia europea.
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